Entre las mujeres más poderosas de la historia se encuentra Catalina la Grande. La historia la recuerda como una soberana con tendencia déspota, una gran curiosidad artística y mucha facilidad para enamorar a todo aquel que se acercase a ella. A continuación te contamos los detalles más importantes de su biografía.
Catalina II, conocida como Catalina la Grande, fue emperatriz de Rusia en el siglo XVIII y se la hace responsable de la gran importancia y popularidad que adquirió el país durante su reinado a nivel mundial. A lo largo de ese tiempo, Rusia se convirtió en una potencia y comenzaría a ser considerada y mirada con respeto por el resto de los países poderosos del mundo.
Catalina ascendió al trono al casarse con Pedro III. Entonces, su nombre era Sofía de Anhalt-Zerbst pero quiso adoptar uno de origen eslavo para demostrar así su fidelidad y su pasión por Rusia. De hecho, a lo largo de su mandato ese fervor sería confirmado con su laborioso trabajo en torno a la expansión de la popularidad de la cultura rusa. Los teatros más importantes del país, las instituciones que serían referencia de la música y las artes en Europa y que vieron la luz en Rusia son obra suya.
La mujer que cambió la historia de Rusia
La ambición y el coraje de esta mujer le sirvieron para pasar a la historia. Su mandato fue el inicio de una época absolutamente próspera para la cultura rusa.
Se dicen de ella muchas cosas fuertes entre las que se destacan una gran inclinación por satisfacer su desenfrenado apetito sexual (que ciertos autores aseguran fue el responsable de su muerte) y el asesinato de su marido, Pedro, con el objetivo de hacerse con el gobierno del país. Nunca descubriremos la verdad completa de estas historias. Y sea como sea, Catalina es una mujer ineludible de la historia: fuerte, activa, inteligente, que supo cambiar la visión de todo un pueblo y la mirada que sobre él tenía el resto del mundo.
El mayor empeño de Catalina estuvo puesto en convertirse en la protectora de la Ilustración para, a través de ella engrandecer la imagen de Rusia. Le interesaban las ideas que se estaban sufragando en Francia y no dudó en relacionarse con importantes figuras de la Ilustración francesa, como Voltaire y Diderot, con quienes mantuvo una extensa correspondencia.
También desarrolló un plan de prevención de enfermedades y dio el ejemplo a los ciudadanos de vacunarse, prestándose a ser la primera en ser vacunada.
El Hermitage, el impactante museo ruso, también fue obra suya, y lo llenó con obras traídas de todo el mundo y que al día de hoy supone una de las colecciones más grandes de todo el mundo. Su pasión por el arte y por la diversidad cultural sin duda le permitieron construir un legado amplio y exquisito para la historia de Rusia.
Entre las ambiciones políticas de Catalina existía el deseo de construir un gobierno parlamentario, sin embargo, esta idea no prendió porque no recibió el apoyo de la oligarquía y los personajes más poderosos del momento.
Escribió unas memorias que en español se reúnen bajo el título “Memorias de la emperatriz Catalina la Grande” bajo el sello de Ediciones Mateu. Leerlo puede ser la mejor forma de conocer la mentalidad y la complejidad del alma de esta soberana.