San Antonio Abad, conocido como el patrón de los animales, fue un monje cristiano perteneciente al movimiento eremítico, del que también se le reconoce fundador. Se cree que su pensamiento influyó en las estructuras y manifiestos de todas las obras monacales de pobreza.
Entre las características más destacables de la vocación religiosa de San Antonio cabe mencionar que abandonó todos sus bienes terrenales para dedicarse a una vida ermitaña de servicio vocacional. Este hecho tuvo lugar poco después de perder a sus padres, mientras leía en el Evangelio la invitación que Jesucristo hace a sus apóstoles: “dejen todo y síganme”.