Juana Azurduy fue una patriota boliviana que luchó por la emancipación de sudamérica en las guerras de la independencia latinoamericanas contra el Reino de España. Heroína de la guerra que dio la independencia al Alto Perú (actualmente Bolivia) en tiempos del Virreynato del Río de la Plata, se unió al ejército popular junto a su esposo, al igual que se incorporaron a la lucha muchas mujeres de esa época.
Juana Azurduy representa una de las tantas mujeres anónimas que se sumaron a la lucha por la emancipación del virreynato del Río de la Plata, que era una jurisdicción territorial que la corona española estableció en América.
Luego de la invasión y colonización por parte del imperio español, las colonias americanas no tuvieron autonomía, por lo que eran totalmente dependientes de las decisiones que se tomaban en España para el propio beneficio. En 1810, luego de los fracasos de las revoluciones de Chuquisaca y La Paz, la Revolución de mayo ocurrida en Buenos Aires fue el triunfo de la Guerra de la Independencia Argentina por la que el virreynato se separó de la corona española.
Infancia de Juana Azurduy
Nacida el 12 de julio de 1780 en la provincia boliviana de Chuquisaca, en la población de Toroca, que hoy pertenece al departamento de Potosí, Juana Azurduy pertenecía a una familia mestiza, es decir, era hija de padres de distintas razas, razón por la que hablaba tanto el idioma quechua como el español. Dicha situación era muy común en tiempos de la colonización de América por parte de los españoles, cuando éstos se unían a indígenas que habitaban el continente americano.
El padre de Juana Azurduy era un hombre blanco y rico, dueño de grandes extensiones. Su madre era Eulalia Bermúdez, nativa de Chuquisaca. A Juana la bautizaron en la actual Sucre, de la provincia de Chuquisaca, en donde pasó los primeros años de su infancia.
Quedó huérfana a edad temprana, por lo que fue internada en un convento de monjas llamado Santa Teresa de Chuquisaca, donde pasó varios años de su vida e incluso se consagró como monja. A los 17 años Juana Azurduy fue expulsada del convento de monjas por su mal comportamiento y carácter rebelde.
Del matrimonio al combate
En el año 1805 Juana Azurduy contrajo matrimonio cuando tenía la edad de 25 años. Se casó con Manuel Ascencio Padilla, con quien se unió en 1809 al ejército popular que se creó luego de la destitución del virrey, viéndose obligada a dejar a sus cuatro hijos para entrar en combate. Juana Azurduy colaboró con su esposo activamente para formar el escuadrón que fue conocido con el nombre de Los Leales, el cual se uniría al ejército enviado por Buenos Aires para la liberación de Alto Perú.
Ambos esposos tomaron intervención en la revolución de Chuquisaca, que estaba al mando del General Manuel Belgrano, quien fuera enviado por Buenos Aires para combatir a los realistas que defendían la monarquía española. Las guerras de Chuquisaca y La Paz fueron el comienzo de las guerras independentistas que culminaron con el triunfo de la revolución de mayo de 1810.
Con la derrota del ejército del Norte en Chuquisaca, los realistas confiscaron el ganado, las cosechas, las propiedades de la familia Padilla y apresaron a Juana Azurduy.
El esposo rescata a Juana y juntos vuelven al campo de batalla, a las acciones guerrilleras, y se incorporan al ejército libertador de Manuel Belgrano. Para ello reclutaron y organizaron a los milicianos tanto indígenas como mestizos y criollos. Sus armas eran las lanzas, las hondas, las boleadoras, la fiereza y el coraje con los que luchaban contra la opresión española en favor de la libertad y la justicia.
Valerosa guerrera
Juana Azurduy comenzó a destacarse por su valor extraordinario en la lucha, tanto que en 1816 lideró la guerrilla que, con valentía y audacia, atacó el cerro de Potosí arrebatando tanto los fusiles como la bandera al enemigo y dirigiendo la ocupación. Ella misma asesinó al jefe de las fuerzas enemigas para presentar a su esposo la bandera arrebatada, luego de la muerte del cual ascendió al grado de coronela.
Mientras el esposo comandaba el ejército en el Chaco, le encomendó a Juana Azurduy la defensa de la estratégica Hacienda de Villar, que fue atacada por los realistas con el fin de cortar la retirada del general Padilla. Ella la defendió valerosamente con sólo el escaso número de treinta fusileros, entre ellos varias mujeres.
En esa ocasión, Manuel Belgrano se vio muy impresionado por el coraje de Juana Azurduy en combate, por lo que le entregó su sable en reconocimiento simbólico a su valor, y el gobierno de Buenos Aires le adjudicó luego a Juana Azurduy el rango de teniente coronel.
Luego de que el General José de San Martín se hiciera cargo del ejército que tenía el fin de liberar Perú, cambió la estrategia de guerra. San Martín pretendía atacar a través del Pacífico, por lo que era indispensable liberar Chile para desarrollar su estrategia de atacar Lima. Dicha decisión dejó en condiciones precarias a la guerrilla del Alto Perú, por lo que Juana Azurduy y su esposo vivieron críticos momentos, al punto de que sus cuatro hijos murieron de hambre.
Asesinato de su esposo
Mientras estaba embarazada del quinto hijo, en el mes de noviembre de 1816 Manuel Padilla fue asesinado, cuando intentaba rescatar a su esposa al ser herida en la batalla de La Laguna. Desesperada, vio el cadáver de su esposo colgado en el pueblo de La Laguna por los realistas. Sin embargo, Juana Azurduy trató de reorganizar las tropas pero fue acosada por el enemigo y perdió la cooperación de Buenos Aires.
Se trasladó a Salta para colaborar en el ejército de Güemes, militar argentino, incorporándose a sus tropas. Pasó varios años en Salta luego de la muerte de Güemes en 1821, a la vez que reclamó sus bienes confiscados, con el fin de poder regresar a su ciudad natal. Cuando Bolivia ya era independiente, en 1825, el mariscal Sucre (que había sido nombrado presidente vitalicio) le otorgó una pensión a Juana Azurduy, que escasamente le alcanzaba para comer, la cual luego el gobierno de Linares le retiró en 1857.
Juana Azurduy combatió cuando cursaba el embarazo de su quinta hija. Quedó viuda, y vio la muerte de sus cuatro hijos por inanición.
El libertador Bolívar le otorgó a Juana Azurduy el grado de Coronel, reconociéndole no sólo su carácter intrépido, aguerrido y tenaz, sino especialmente sus sacrificios en pos de la libertad.
Fallecimiento de Juana Azurduy
Carente de recursos, Juana Azurduy pudo volver a su patria con ayuda económica del gobierno de Salta, luego del fallecimiento de Martín Güemes. Símbolo de la emancipación latinoamericana, a la edad de 85 años el día 25 de mayo de 1862, Juana Azurduy falleció en Sucre totalmente olvidada, indigente, en la más absoluta pobreza. Fue enterrada en una fosa común, y recién después de cien años de su muerte se exhumaron sus restos y se guardaron en un mausoleo que fue construído en la ciudad de Sucre en su homenaje .