Juana Inés de la Cruz no sólo es una de las poetas fundamentales de la Literatura del Siglo de Oro, sino que destacó por su mirada audaz y su búsqueda de la independencia, en un mundo lleno de tabúes y de reglas.
Sobre su fecha de nacimiento existen dos versiones. Hasta mediados de siglo pasado se asumía la expuesta por el primer biógrafo oficial de la autora, Diego Calleja, que la declaraba en el 12 de noviembre de 1651. Sin embargo, posteriormente se encontró un acta de bautismo que podría rebelar que su nacimiento databa de una fecha anterior, el 2 de diciembre de 1648. Ambas teorías la ubican en San Miguel de Nepantla (México).
Desde muy pequeña demostró una gran habilidad para las letras y se dedicó al estudio de la literatura. En un mundo de hombres, desarrollar sus dotes intelectuales no le resultó sencillo y optó por el noviciado para no tener que dedicar su vida al matrimonio, que sabía la anularía y la convertiría en criatura al servicio de un hombre.
Aunque comenzó su carrera monástica como carmelita, más adelante se pasó a la Orden de los Jerónimos, porque deseaba dedicarse de lleno al estudio del conocimiento, y en esta congregación podía hacerlo con más espacio.
En breve, su celda se transformó en una exquisita biblioteca formada por libros de diferentes autores de los que Teresa se nutría mientras construía una poética propia y un pensamiento libre, desprendido de la lógica patriarcal.
La poesía de Sor Juana Inés de la Cruz
Siendo adolescente quiso ingresar en la Universidad pero como a las mujeres no les estaba permitido estudiar se disfrazó de hombre para conseguir su cometido.
Al ser descubierta optó por tomar los hábitos para estudiar por su cuenta; en aquel mundo conservador los caminos posibles para las mujeres eran dos: casarse u ordenarse, es decir, estar al servicio de un hombre o de la iglesia, ayudando a enriquecer sus arcas y ganar fieles. Pese al inmenso sacrificio que eso suponía para ella, Juana Inés entendió que hacerse monja era el camino menos agobiante de los dos, el que le permitiría aprender y escribir, que era su gran pasión.
Juana Inés de la Cruz era apasionada en todo lo que hacía: en el estudio y en el amor. Así lo rebelan las cartas que mantuvo con la virreina de México María Luisa Gonzaga Manrique de Lara, que fue su protectora y con quien mantuvo una relación amorosa ardiente y sincera.
La poesía de Juana ha sido leída siempre desde lo religioso y lo espiritual, sin embargo su tono erótico es una de las cosas más interesantes para destacar.
Debemos señalar también que en la poesía de Juana hay una clara crítica al sistema colonial, aunque pocos autores se han dedicado a profundizar en este detalle, y sus ideas liberales que se hayan impregnando cada una de sus páginas.
Durante sus últimos años Sor Juana dejó de escribir. Esto es sumamente llamativo y existen dos versiones que la explican desde opuestos extremos. Los autores religiosos aseguran que dejó la escritura para renovar sus votos y dedicarse más firmemente a su vocación religiosa. Los autores críticos aseguran que hubo una conspiración misógina contra Juana por parte de la Iglesia que le impidió continuar escribiendo.
En lo que respecta a la fecha de su defunción, todos los biógrafos señalan que Sor Juana Inés de la Cruz falleció el 17 de abril de 1695 en Ciudad de México.