San Francisco de Asís, nació en esta ciudad homónima, en el 1182 y fue un prestigioso religioso italiano a quien se adjudica la fundación de la orden franciscana.
También se destacó por renovar la devoción cristiana, al idear un camino de amor a Dios que tuviera como eje la pobreza y la empatía con los demás seres sintientes, humanos y animales.
San Francisco de Asís fue hijo de un mercader muy ambicioso que deseaba hacer de él un buen comerciante. Francisco era sin embargo un joven desobediente y que disfrutaba del buen vivir. El interés de su padre por conseguir que trabajara con él en la fábrica se vio así frustrado.
Después de varios años de llevar una vida licenciosa, Francisco sufrió una enfermedad que lo mantuvo varios meses prostrado. En este tiempo se dio cuenta de que la vida que llevaba no le satisfacía y se propuso un cambio rotundo.
Así, comenzó su etapa de maduración espiritual que se vio fuertemente influenciada por diversas visiones en las que sintió el llamado divino, pidiéndole ayuda para “reformar su iglesia”.
De joven rico a misionero de la pobreza
Cuando tenía veinticinco años decidió abandonar la casa paterna y comenzó a dedicarse a los demás. Pasaba largo tiempo en hospitales tratando con leprosos, paralíticos y personas con diversas dolencias. También ayudó a restaurar con sus propias manos iglesias y templos y a proclamar con devoción la palabra de dios.
El camino lo fue alejando cada vez más de su tierra natal y también de los lujos con los que se había criado. Con una túnica ceñida con una cuerda y descalzo, comenzó a desandar los caminos y a ayudar a todo aquel que le necesitara, proclamando un estilo de vida ascético que tuviera a la caridad como emblema.
Al escucharlo, muchas personas quisieron unirse a él. Así fue armándose un pequeño grupo que con el tiempo se convertiría en una orden monacal que se conocería como la Orden Franciscana.
La pobreza era el valor fundamental de San Francisco de Asís y apoyaba sus palabras en las dispuestas en los Evangelios.
Su estilo de vida se difundió en todo el continente y las enseñanzas fueron adquiriendo un tono característico que ayudaría a la consolidación de las bases ideológicas de la Orden.
Una de las cosas que más se destaca del pensamiento franciscano es el Cántico de las criaturas también conocido como Cántico del hermano Sol, es un texto escrito por Francisco en el que encontramos una plegaria a Dios que imita el canto bíblico del Cantar de los cantares, donde se agradece por la vida en toda su expresión y se van señalando el nacimiento de diversas criaturas que moran la tierra.
Cuando su apostolado estaba en lo mejor de su apogeo, San Francisco se retiró dejando a sus discípulos timoneando el trabajo de la Orden. Se dice que en este retiro Francisco recibió los estigmas, que ya no le abandonarían.
Murió dos años más tarde, en el 1226, habiéndose quedado completamente ciego y sufriendo toda clase de dolencias físicas, causadas posiblemente por el debilitamiento del cuerpo a causa de los largos períodos de ayuno que se había autoimpuesto a lo largo de la vida. Sus enseñanzas continúan llamando la atención.