San Pablo es uno de los apóstoles cristianos cuya misión comenzó después de la existencia de Cristo. Según la religión católica es el decimotercer apóstol, aunque no formó parte del primer grupo de seguidores. Se dice que fue escogido por el dios cristiano como predicador y maestro para conseguir más adeptos a la causa de Cristo.
Con el nombre de Pablo de Tarso, nació en Cilicia (actualmente, Turquía) este personaje mítico, en torno a los años 5 y 10 d. C. Fue hijo de descendientes judíos de la Diáspora, de la tribu de Benjamín.
Siendo adolescente, Pablo se mudó a Jerusalem para recibir formación de rabino. La vida en la ciudad le cambiaría profundamente y, sin que se especifique cómo ni por qué, comenzó a servir al gobierno romano como soldado y a perseguir con saña a los cristianos.
Su vida de justiciero romano terminó cuando experimentó lo que él mismo dio en llamar “una visión”. Mientras cabalgaba rumbo a Damasco, un haz de luz rajó el cielo en dos y asustó a su caballo. Pablo calló al suelo y escuchó una voz que le llamaba. Desde entonces, se convirtió en predicador de la buena noticia.
Es importante señalar que aunque incluso en la religión cristiana se presenta este hecho como una conversión, no fue así. Para que pudiera denominarse de este modo, es imprescindible que el convertido hubiese adorado a dioses paganos y renunciara a su politeísmo para consagrarse a la fe monoteísta, cosa que no fue así con San Pablo. Él era judío y lo que cambió a partir de esta experiencia fue que comprendió que podía haber muchos puntos de encuentro entre judaísmo y cristianismo.
Según los registros históricos que se han encontrado, Pablo era de raíces judías y romanas, por esta razón, a diferencia de otros apóstoles que debieron convertirse y cambiar su nombre para abrazar el cristianismo, él mantuvo el que le venía por sangre y familia.
Otra aclaración que hace falta hacer es que la religión cristiana como tal aún no había sido fundada y que fue a partir de esta primera comunidad, y sobre todo de la tarea misionera de San Pablo, que se inició la que sería una tradición milenaria.
Pablo de Tarso, el Apóstol
A San Pablo se lo considera uno de los más importantes misioneros del cristianismo, en aquella primera comunidad fundada por Jesucristo antes de ser asesinado.
El respeto que se le tiene a San Pablo dentro de la moral cristiana es tal que se le conoce con el apodo de “El Apóstol”.
Es también uno de los primeros responsables de la expansión del cristianismo durante el Imperio Romano. Su capacidad de liderazgo y su aptitud para expresar las ideas fueron contundentes; tal como puede observarse tanto en el libro de los Hechos de los Apóstoles, como en sus cartas incluidas en el Libro del Nuevo Testamento. Su voz y línea de pensamiento se consideran irrevocables para el canon cristiano.
Entre las epístolas paulinas se destacan las dirigidas a romanos y corintios, a las que se suman las escritas para los gálatas, filipenses y tesalonicenses. Al leer todos estos textos se pueden establecer puntos en común y comprender la autoría de San Pablo en ellas.
San Pablo terminó sus días siendo uno de los mártires ajusticiado por el entonces emperador de Roma, Nerón. En el año 67 d.C. El 29 de junio se celebra su figura según el santoral cristiano.