Teresa de Calcuta fue una misionera dedicada a satisfacer las necesidades de los más humildes con una política de trabajo muy controvertida que le ha ganado tanto adeptos como detractores a lo largo de la historia. Entre sus condecoraciones se cuenta el haber recibido el Premio Nobel de la Paz, en 1979.
Con el nombre de Agnes Gonxha Bojaxhiu, el 26 de agosto de 1910, nació la que décadas más tardes se convertiría en la madre Teresa de Calcuta, nombre que escogió para su labor misionera. Aunque de origen albanés, se nacionalizó India y en este país realizó su más importante labor en la congregación de las Misioneras de la Caridad.
Generosidad, abnegación y entrega fueron sus banderas, las que intentó transmitir y que le llevaron a ser amada por los más fervientes cristianos y rechazada por quienes, de origen pensante, consideran que su trabajo fue una apología al patriarcado y sus roles de género. Sea como sea, su figura es conocida por todos.
Teresa llegó a Calcuta siendo ya misionera, para impartir clases en la Escuela de Santa María, sin embargo, al observar la gran miseria que había en las calles, solicitó al papa Pío XII que le permitiera salirse de la congregación para dedicarse a ayudar a los pobres. Desde entonces comenzó una labor de ayuda a los más necesitados cuyo lema fue “siempre el amor”.
Poco a poco Teresa fue fundando diversas casas de acogida para pobres, enfermos y niños, a las que llegaban también misioneras de todo el mundo con el afán de sumarse a la labor de caridad desarrollada por ella.
Las características de su apostolado, sin embargo, fueron siempre muy precarias y muchos le han criticado porque, en lugar de intentar mejorar la situación de las personas desfavorecidas su mensaje era de abnegación, es decir, que intentaba ayudarlos a conformarse con la pobreza, como si ella fuera inherente a sus vidas.
Se le critica también por no haber luchado dentro de sus posibilidades por manifestarse contra los poderes imperantes y por buscar una salida más humana para esas personas.
El lado turbio de la madre Teresa de Calcuta
Uno de los detractores que primero alzó la voz contra Teresa de Calcuta fue Aroup Chatterjee, un médico de Calcuta que la acusó de pedirle a los pobres que se resignaran a la muerte sin otorgarles el cuidado profesional que necesitaban (muchos de sus moribundos podrían haberse salvado con ayuda médica), y que su fanatismo religioso la llevó a darle la mano a la extrema derecha aunque diera esa imagen de ángel enviado por dios.
A estas declaraciones se sumó el cuidado documental de Christopher Hitchens, publicado en 1994, donde se exponía la cara oscuro de este icono de la paz y la caridad.
La aceptación del dolor y la fe acérrima en un dios que permite y ama, fueron dos de sus mensajes más potentes. A los que se aferran quienes la siguen con fanatismo, y que rechazaron con claridad quienes se oponen a la aceptación de las jerarquías económico sociales que tejen las relaciones humanas.
El gran trabajo de Teresa fue pregonar ese fundamentalismo religioso que se enarbola en el culto al sufrimiento.
Se cree que con las multimillonarias donaciones que recibió la congregación podrían haberse construido establecimientos más apropiados para tratar a los enfermos adecuadamente, en donde en lugar de ayudarles a morir se les hubiera dado la oportunidad de vivir.
Otra de sus posturas contradictorias fue el estar siempre en contra del aborto y los métodos anticonceptivos, siendo que pudo ver con sus propios ojos el mundo al que llegaban miles de criaturas a cada segundo. De hecho, fue una de las que encabezó la gran cruzada del Vaticano contra estos métodos de regulación natal.
Teresa de Calcuta falleció en Calcuta a los 87 años, en octubre de 2003 fue beatificada por Juan Pablo II y en 2015, canonizada por el papa Francisco, incorporándola al santoral católico y fechando el día de su celebración, el 5 de septiembre.
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