Tomás Mejía fue un conocido militar mexicano a quien se le relaciona históricamente con la Guerra de la Reforma.
Entre los combates más importantes en las que peleó se encuentran la batalla de la Angostura y la Revolución de Ayutla, que tuvo lugar en Querétaro.
Tomás Mejía nació en Pinal de Amoles (Querétaro) el 17 de septiembre de 1820. Sus padres provenían de una familia de origen otomí y la situación económica de la familia era bastante precaria. No obstante eso, Tomás pudo acceder a una educación que le ayudó a prepararse para el futuro que le aguardaba.
A los 15 años comenzó su formación militar al cruzarse con José Urrea, un reconocido general del momento. Al conocer a Mejía, Urrea vio que tenía muchos conocimientos de caballería y le ofreció de unirse a su grupo. Mejía aceptó y así se inició en lo que más tarde sería toda su vida: la carrera militar.
Durante su desempeñó combatió contra las tribus nativas del Estado de Chihuahua, quienes defendían su territorio contra los blancos. Mejía fue uno de los jefes con mayor capacidad de mando, lo que lo llevó en poco tiempo a convertirse en capitán, siendo uno de los principales gestores de aquella violencia colonialista.
El Plan de Sierra Gorda
Durante la década del 50 encabezó junto al teniente José Antonio Montes Velázquez el levantamiento contra la invasión estadounidense en Sierra Gorda, un amplio territorio montañoso propicio para la entrada de rebeldes y bandidos al territorio mexicano. El lema de dicho levantamiento fue “Libertad y guerra al invasor” y consistió en una contienda militar a favor de la explotación nacional en el territorio de Sierra Gorda en el que convivían, hasta antes de la invasión, armoniosamente criollos y nativos.
Mejía siempre luchó en el bando de los conservadores; de hecho, cuando Francia conquistó México en manos de Napoleón III, Mejía fue parte de ese ejército, contra el bando de los mexicanos.
Después del levantamiento de Sierra Gorda Mejía se mantuvo lejos de las acciones militares; y recién a finales de los 60, cuando la situación era absolutamente crítica porque el ejército mexicano había conseguido armarse finalmente de una forma contundente contra Napoleón III, Mejía se unió al bando de los conservadores y defendió el Imperio de Maximiliano.
Sus simpatías con Maximiliano le sirvieron para recibir de sus manos la Gran Cruz de la Orden del Águila Mexicana, por su valentía y su entrega a la causa imperialista. Pero también su empeño por ponerse de este lado de la guerra le ganó muchos enemigos. Y cuando la rebelión mexicana se hizo fuerte y fueron cayendo todos los aliados de Maximiliano, Mejía cayó también.
El 15 de mayo de 1867 Tomás Mejía fue detenido y se ordenó su fusilamiento. El mismo tuvo lugar el 19 de junio de 1867. Cuenta la historia que, a diferencia del resto de los ejecutados, Mejía miró fijamente a sus ejecutores en absoluto silencio pero con una expresión que dejaba en evidencia que no se arrepentía de todo lo que había hecho y por lo que había luchado.