Conocida mundialmente por la edición de su diario íntimo titulado “El Diario de Ana Frank”, que la hizo famosa, Ana Frank era una niña alemana de ascendencia judía que escribió sobre su cautiverio mientras huía de la persecución nazi. Ana Frank estuvo escondida dos años en un edificio de Amsterdam junto a su padre, entre otras siete personas, quienes luego de ser descubiertas fueron deportadas a campos de concentración.
Ana Frank es el nombre con el que se hizo conocida Annelies Marie Frank luego de dejar testimonio, en el diario que su padre le regaló a la edad de trece años, de lo que vivió oculta junto a su familia para escapar del exterminio nazi.
Una familia alemana
Ana Frank nació en la ciudad alemana de Fráncfort del Meno el 12 de junio de 1929, ciudad en la que vivieron sus ascendientes paternos por varias generaciones.
Era la segunda hija de Edith Hollander y Otto Heinrich Frank, una familia de judíos alemanes que tenía dos niñas: Margot y Ana, tres años menor que su hermana.
Con la llegada al poder de Hitler en 1933, y el acrecentamiento en la sociedad de los sentimientos antisemitas, la tranquilidad de la familia Frank encontró su fin.
Ana Frank y los suyos decidieron abandonar Alemania (al igual que muchos judíos) y se trasladaron a los Países Bajos.
La Segunda Guerra Mundial
Trasladados a Holanda, la familia Frank inició una nueva vida. Encontraron una vivienda en Amsterdam, en la plaza Merwedeplein, y las niñas comenzaron a ir a la escuela mientras su padre trabajaba duramente en su fábrica.
Ante la amenaza de guerra en Europa, Otto Frank intentó emigrar a Estados Unidos o a Inglaterra con su familia, pero fracasó en todos los intentos.
Alemania invade Polonia el 1° de septiembre de 1939 dando comienzo a la Segunda Guerra Mundial.
La huída familiar
En el transcurso de la Segunda Guerra Mundial, en el año 1940 cuando los alemanes invadieron Holanda, los judíos comenzaron a padecer las consecuencias primeras de las leyes antisemitas.
Los Países Bajos no parecían estar comprometidos en la Guerra, sin embargo fueron invadidos por las tropas alemanas, a las que se rindieron en pocos días. Luego de la ocupación el país se vio oprimido por los alemanes, quienes impusieron medidas antijudías.
Los judíos tenían prohibida su presencia cada vez en más sitios, por lo que Margot y Ana Frank tuvieron que concurrir a un establecimiento escolar exclusivo para judíos, mientras su padre perdía su empresa.
Luego del fracaso del último intento por emigrar a otro país, el matrimonio Frank decide esconderse con la ayuda de algunos empleados judíos de oficina: Víctor Kugler, Johannes Kleiman, Miep Gies y su esposo, y Johannes Voskuijl (suegro de Miep) que era jefe de almacén.
Estos ayudantes además de proporcionar a los escondidos ropa, comida y libros, fueron quienes los mantuvieron en contacto con el mundo exterior.
Preparando el escondite
La búsqueda de un recinto para esconderse se precipitó cuando el correo le entrega a Margot Frank una citación para presentarse en Alemania en un campo de trabajo. Inmediatamente la familia de Ana Frank decide pasar a la clandestinidad.
El matrimonio de Otto Frank y Edith se refugió, junto a sus hijas, en el escondrijo de un edificio de oficinas que tenían, en el fondo, unas habitaciones aisladas y abandonadas. Se unieron a la familia los Van Pels y el odontólogo Fritz Pfeffer, quienes permanecieron escondidos juntos durante dos años.
El refugio obligado
El viejo edificio estaba ubicado en el lado occidental de Ámsterdam, en uno de los más extensos de los Canales de Prinsengracht. El romántico sistema de ciento sesenta canales surca la ciudad atravesado por más de mil doscientos puentes.
Rodeado de talleres antiguos, viejas iglesias y almacenes junto a un barrio obrero, el Prinsengracht contaba, en la parte de atrás del edificio, con lo que en el diario Ana Frank llamó el “anexo secreto”, cuya puerta se encontraba escondida detrás de una estantería.
La vida en el anexo de atrás
También llamada en el diario de Ana Frank “la casa de atrás”, el escondrijo situado en el canal Prinsengracht N° 263 pasaba desapercibido en uno de los más modestos edificios de los Canales de Amsterdam.
Los que estaban escondidos no podían hacer ruido, sentían miedo constantemente, y debían pasar todo el tiempo juntos de la manera que pudiesen.
Allí permanecieron escondidos entre 1942 y 1944, hasta que fueron descubiertos por la Gestapo. En esos dos años de reclusión, Ana Frank escribió un diario íntimo conmovedor, donde relataba hora tras horas los momentos de terror y persecución.
Ana Frank y su mejor amigo
Cuando Ana Frank estaba por cumplir trece años le señaló a su padre un cuaderno a cuadros negro y rojo en una vitrina. Era un libro de autógrafos que tenía una pequeña cerradura en la parte central, el que ella había elegido para utilizar como diario.
El diario personal le fue regalado poco antes de tener que esconderse, y representó algo así como su mejor amiga. Empezó inmediatamente a escribir en él, describiéndose tanto a ella misma como a su familia, a la vez que relataba lo que acontecía en la casa de atrás.
Ana le escribía al diario como si se dirigiese a su amiga del alma, y lo llamaba Kitty. Muchas páginas eran encabezadas con la introducción “querida Kitty”, en directa alusión a una compañera de estudios a la que llamaban afectuosamente Kitty.
El diario fue de gran apoyo y contención para Ana Frank, quien también escribía cuentos cortos en él y coleccionaba citas de autores famosos en lo que llamó su “libro de frases bonitas”.
El Diario de Ana Frank es un relato en el que la niña dejó constancia del padecimiento de su familia hasta el momento en que fue capturada por los nazis y llevada a distintos campos de concentración para su exterminio.
A pesar de la clandestinidad, Ana Frank se enteró del llamamiento que realiza el ministro de educación a través de una radio inglesa, de conservar los diarios que se escribieron durante la guerra.
Su vocación de escritora llevó a Ana a reelaborar los textos de su diario para transformarlos en una novela que tituló “La casa de atrás”, pero es descubierta antes de finalizarla y es arrestada junto a los otros escondidos.
Deportación y muerte en el campo de exterminio
Los escondidos y los ayudantes Kleiman y Kugler fueron arrestados, pasando primero por el Servicio de Seguridad Alemán, luego por la prisión y finalmente por el campo transitorio de Westerbork para ser luego deportados a Auschwitz.
Ana Frank fue destinada directamente al campo de concentración de Auschwitz el día 2 de septiembre de 1944, y tiempo después al campo de concentración de Bergen Belsen, en el que falleció de tifus en marzo de 1945.
El padre, único sobreviviente del holocausto
Otto Heinrich Frank, el padre de Ana, había sido teniente del ejército alemán durante la primera guerra mundial, es decir que había participado integrando las fuerzas militares alemanas de tierra.
Pero ello no fue obstáculo para la persecución nazi que padeció junto a su familia a causa de su ascendencia judía.
Apenas dos años después de finalizada la segunda guerra mundial, Otto Heinrich Frank fue el único sobreviviente de los ocho refugiados que sobrevivió a la guerra.
El regreso de Otto Frank
Cuando regresaba a los Países Bajos, Otto Frank fue informado de que su esposa había muerto. Con la esperanza de encontrar con vida a sus dos hijas, de quienes no sabía nada, llegó a Amsterdam a mediados de junio.
Alojado en la casa de Miep y Jan Gies, con los que convivió durante siete años, recibió la noticia de la muerte de sus hijas en el campo de concentración de Bergen Belsen.
De manos de Miep Gies recibió las hojas que escribió Ana Frank en su diario. Otto Frank se encontró con una hija muy diferente a la que conocía, y se quedó verdaderamente impresionado.
El padre de Ana Frank publicó el diario de la pequeña Ana bajo el título “La casa de atrás”, que fue traducido en setenta idiomas. En él su hija describía sus temores de vivir durante años escondida, sus sentimientos nacientes hacia Peter, su vocación como escritora y sus conflictos con sus padres.
El diario de Ana Frank
Muchas reimpresiones, traducciones, una película y una pieza teatral vinieron después de la salida a la luz del diario de Ana Frank.
El mundo tomó conocimiento del horror del holocausto a través su diario íntimo, en el que contaba con mucha elocuencia que deseaba ser periodista o escritora, y que quería editar en forma de novela sus escritos.
Miles de cartas llegaron a las manos de Otto Frank de personas que habían leído el diario de su hija, las que contestó una por una.
En el año 1960 fue convertida en Museo la casa de Ana Frank, y se creó una fundación que lleva su nombre con el fin de bregar por los derechos humanos.
La fosa común que corresponde a la barraca en la que murieron Margot y Ana Frank en el campo de concentración de Bergen Belsen, fue convertida en un memorial en su nombre.