Conocida por su contundente frase: “Un niño, un maestro, un libro, un lápiz pueden cambiar el mundo”, Malala Yousafzai es una de las mujeres más relevantes del siglo XXI.
Admirada y temida a partes iguales, se convirtió siendo una niña en una de las mujeres más valientes de su cultura, capaz de poner en evidencia la violencia con la que su pueblo, y sobre todo las mujeres de su tierra, son tratadas por el régimen talibán.
Malala nació el 12 de julio del año 1997 en el Valle de Swat (Pakistán), en una ciudad conocida como Mingora, en el seno de una familia de clase media que intentó inculcar en sus hijos una mirada crítica sobre el mundo. Que a Malala, dadas sus características de niña combativa, no le resultó difícil asumir.
A partir del año 2009 comenzó a desarrollar un blog para la BBC en el que narraba cosas cotidianas de la vida en Pakistán bajo el régimen Talibán.
Las publicaciones eran anónimas, aunque en Swat casi todos sabían o intuían quién estaba detrás, porque Malala desde pequeña fue una chica despierta, incapaz de callar lo que pensaba y crítica con los regímenes totalitarios. Además, en el 2010 su identidad fue revelada al ser entrevistada en numerosos medios televisivos.
Intento de asesinato y popularidad de Malala
Malala Yousafzai utilizaba su espacio en la BBC para contar sus miedos y las cosas que veía en su entorno. Cuando los talibanes tomaron la ciudad y comenzaron a imponer prohibiciones, no dudó en escribir acerca de ello y del miedo a que le impidieran continuar yendo a la escuela. Su voz comenzaba a oírse demasiado alto.
En el 2012 intentaron callarla disparándole en la cabeza.
Viajaba en un autobús escolar, junto a otras compañeras, de regreso del colegio a casa. Dos hombres armados se subieron y luego de disparar se dieron a la fuga. Pese a que las probabilidades de supervivencia eran mínimas, Malala consiguió sobrevivir y en cuanto se recuperó comenzó a hablar más alto, y fue escuchada por el mundo entero.
La mirada lúcida de Malala sorprende porque hay en ella una visión de futuro que incluye la necesidad de establecer un diálogo profundo con el Talibán a fin de alcanzar la paz. Sus ideas pacifistas y su preocupación por la educación en todas sus esferas la convierten en un personaje combativo e imprescindible de nuestro tiempo.
En el 2012 fue condecorada con el Premio Nobel de la Paz por su lucha a favor de la educación igualitaria y su fuerza para superar el odio contra su persona a través de un valiente proyecto de difusión de la armonía mundial.
Actualmente vive en el West Midlands de Birmingham junto a su familia. Su padre trabaja en el consulado pakistaní y ella está involucrada en diversos proyectos que promueven la educación y la paz en el mundo.
Sin embargo, pese a que goza de prestigio internacional, Malala parece deseosa de regresar a Pakistán para trabajar desde la esfera política por un cambio real en su país. No obstante, este viaje podría condicionar rotundamente su seguridad, por lo que debe tomar la decisión con cautela.
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